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Artículos
de Prensa
Una selección de escritos de prensa publicados a lo
largo de su vida
Poesías y otros textos
Poemas y otros textos sueltos, algunos inéditos
Conferencias
Facultad de Filología de Sevilla, Abril de 1997
Pregones
Pregón de la Semana Santa de Carmona 1952 y la Feria
del Libro de Sevilla 1993
El alma
de José María Requena
Breve colección de textos de José María
Requena sobre Carmona
Carmona a vuela pluma
Antología de escritos carmonenses de José María
Requena
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Historia
literaria de Carmona |
Vida
y obra de José María Requena
El estudio de investigación más amplio realizado
sobre la vida y obra de Requena, escrito por el Dr. Ángel
Acosta Romero, Profesor Titular de la Facultad de Ciencias
de la Información de la Universidad de Sevilla.
CARMONA A
VUELA PLUMA: HISTORIA LITERARIA DE CARMONA
Historia literaria de Carmona, cuarto
capítulo de esta selección de textos de José
María Requena en el que el autor se recrea literariamente
en la historia mora y cristiana de Carmona, a través
de los artículos:
"Espías árabes en Carmona"
y "Carmona, Castilla y la raza".
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Espías árabes en
Carmona
José María
Requena
Carmona, 1946.
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Carmona siempre fue joya para un guerrero. Por la
altura del cerro donde se asienta, un solo hombre
desde sus muros es suficiente centinela para toda
la vega anchurosa y plana. Desde sus robustos torreones
se divisan, apretados en masa verde oscura, los olivos
que la separan de Sevilla, y todo caudillo que franquea
sus puertas, consciente del valor de su conquista,
la engalana con la rigidez de una nueva muralla. Por
si fuera poco todo esto, por la feracidad de una tierra
única, sus muchos graneros rebosan en todo
tiempo y cada casa guarda, en las penumbras de su
patio fresco, el pozo de buen venero, cualidades que
le permiten ser testaruda en el asedio e independiente
de todas las ciudades que la rodean.
No es extraño, pues, que ciudad de tales propiedades
para la lucha fuera la llave preciada que todo conquistador
del valle del Betis necesitaba como base necesaria
y precisa para realizar sus ambiciosos planes. Consecuencia
inmediata: Carmona luce en sus puertas pendones de
todos los colores y enseñas y cabezas rebeldes
y ambiciosas, inteligentes unas y otras casquivanas.
El vencedor de ayer será vencido mañana,
y el de mañana verá con inquietud cómo
avanzan por la llanura nuevos pretendientes de lo
que pagó con sudor y sangre.
Resultado de lo inestable es la intriga, y los hombres
de Carmona no los advenedizos que algún
día serán prisioneros de un vencedor
cualquiera, sino los labradores amantes de la paz
duradera, pero jamás conocida se ven
atraídos por la insidia cuando sus arados yacen
en un extremo del surco recién comenzado. Por
la misma razón de la guerra, las casas se aprietan
unas contra otras aprovechando al máximo el
espacio que acapara el amurallado cinturón,
y las calles, más que calles son callejuelas
tortuosas, de vueltas y revueltas donde por la noche,
ya todo silencio, es fácil preparar una traición
con detalles de encaje. Es lógico y hasta justo
que el labriego se afane por el ideal de un rey tan
poderoso que conserve la paz tan necesaria para los
pueblos agrícolas. Y esta razón natural
es la misma que origina la caída de una ciudad
que es de por sí inexpugnable: el que asedia
tiene la seguridad de que tras sus muros se mueven
activos sus espías, que le avisarán
el momento más propicio para el asalto...
* * *
De todos los muchos pueblos que posan su planta en la
tierra hispana, el árabe es el más amante
de lo misterioso, de las palabras susurradas al oído,
de las revelaciones hechas con los labios entreabiertos
y los ojos fijos en la lejanía con fingida indiferencia...
El árabe es oriental, y ser oriental es ser imaginación,
es ponerse en lo que puedan notar los demás,
en lo que puede ser probable, en el oído que
puede escuchar... Es por naturaleza espía y por
instinto observador.
Examinemos algunos casos que la Historia nos muestra.
Carmona y Sevilla, dada la gran proximidad entre ellas,
marchan unidas en los hechos, en las inquietudes y en
los proyectos de califas, caudillos rebeldes y reconquistadores.
Una vez en poder de una, lo inmediato es el deseo de
poseer la otra...
Hacia el año 1023, bajo el califato de Casim
BenHammud, era cadí de Sevilla el ambicioso
Mohamed BenAbbas, que envidiaba a los caudillos
del Norte y Mediodía que a costa de la rebeldía
hicieron lucientes reinos de las tierras de sus gobiernos.
No le tardó mucho a él la llegada de una
ocasión propicia: el pueblo cordobés se
había sublevado contra su califa, y el gobernador
sevillano aprovecha la confusión para poner principio
a sus sueños, secundado por la nobleza, por los
berberiscos del general BenZirí, y el jefe
de los Bornos, Mohamed BenAbdallah. No fue necesaria
la lucha para que Casim se convenciera de la necesidad
del armisticio con el desleal, que una vez asegurado
su floreciente señorío tuvo que vencer
políticamente a la nobleza, inquieta y recelosa,
y por el hierro a BenZirí, que perdió
la vida en la refriega. Pero cosa muy distinta era su
otro aliado BenAbdallah, que una vez perdidos
en el horizonte los turbantes de Casim, se proclamó
dueño y señor de Carmona y Écija.
Lejos de surgir entre ellos la enemistad, se unen estrechamente,
dándoles a sus respectivas tierras tres años
de tranquila paz.
Pero en el año 1026 es proclamado califa Yahya
BenAlí, que sin demora reivindica sus derechos
sobre Carmona y Sevilla, y ante las respuestas negativas
marcha con su ejército hacia la primera, que
abandonada por su caudillo cae en su poder. Pero fue
gran torpeza de Yahya el incrementar su mesnada con
los berberiscos de BenAbdallah, que con los ojos
muy abiertos observaban todo cuanto le interesaba saber
a su antiguo señor.
No tardó mucho tiempo la noticia deseada por
el caudillo despojado, de que había llegado el
momento de recuperar lo perdido con la ayuda de su aliado
BenAbbas, en cuya corte se refugiara.
Un jefe que se entrega al vino y a la orgía difícilmente
defenderá una plaza le dijeron desde Carmona,
y fue lo bastante para que un ejército mandado
por Ismail, primogénito del de Sevilla, se apostara
cerca de las murallas de la ciudad vecina, hasta que
aprovechando las tinieblas de la noche comenzaron el
asalto.
Yahya y los suyos recibieron la noticia en la densidad
de la orgía con las siguientes palabras: Loado
sea Dios; BenAbbas viene a visitarnos. ¡A
las armas, y salgamos a recibirle con toda la atención
que merece su cortesía!. Un hombre osado
como el califa sufrió el imprudente arrojo de
la embriaguez. En vez de defenderse salió del
recinto sin un plan previsto, y el resultado fue una
pronta derrota que fue anunciada en Sevilla con su misma
vanidosa cabeza...
En este caso se ve la astucia del espía árabe,
pero existe otro que nos cita el historiador AbdelWahid,
que nos demuestra cuánta importancia tenía
por aquellos tiempos la habilidad en el misterio y en
la astucia.
Nos refiere el citado historiador, como muestra de las
mañas de que se servía AlMotadhid,
hijo y sucesor del célebre BenAbbas, que
de éste había heredado, junto con sus
tierras, un odio irreconciliable contra BenAdballah,
el que en tiempos fuera su más íntimo
aliado. (Guichot, en su Historia de la Ciudad de
Sevilla, nos habla de que era tanto y tan intenso
el odio que profesaba a los berberiscos de Carmona,
que en el jardín de su alcázar existía
un rincón en el que servían de macetas
los cráneos de los por él venidos, pero
que lo que podríamos llamar su principal colección
de cráneos la tenía en una de las alacenas
de su palacio, muchos de ellos guarnecidos de oro y
con algún que otro diamante o piedra preciosa.
La mayoría de esos nefastos trofeos era de los
señores de Carmona, de la familia de los Bornos).
Prosiguiendo con el cronista árabe, cierto día
mandó traer ante sí el soberano de Sevilla
a un rústico campesino de las afueras. Le hizo
despojarse de sus míseras vestiduras, regalándole
a cambio una preciosa juba y ordenándole que
cogiera en los olivares que median entre Sevilla y Carmona
un haz de leña y que se fuera al mercado de Carmona
donde pediría por él la fantástica
cantidad de cinco dírhemes. Ordenole además
que en el caso de no encontrar comprador se volviera
a su presencia, que él le galardonaría
largamente.
Todo lo cumplió exactamente el pobre labriego,
si no tenemos en cuenta que en vez de un haz de leña
fue un puñado de varetas lo que llevara hasta
el mercado de la vecina ciudad.
Poco tiempo hacía que se sentara en espera de
un comprador, cuando llegó hasta él un
hombre preguntándole:
¿Cuánto quieres por ese puñado
de varetas secas?
Cinco dírhemes respondió
el labriego; ni moneda más ni moneda
menos. Y si no lo quieres, déjalo y sigue
tu camino...
¡Bendito y loado sea Dios! ¿Son
varitas de virtud o ramitas del ébano de
la India lo que vendes?
Al oír las exclamaciones del que quiso ser
comprador, los que pasaban hicieron un grupo en su
derredor y se chancearon del hombre de la juba nueva.
Pero el hombre se cansa de todo, y aquellos se cansaron
de reír y le dejaron solo con sus varetas secas
delante.
Ya muy tarde, en la puesta del Sol, cuando los mercaderes
iban levantando sus puestos, se le acercó a
nuestro hombre un segundo comprador, que sabido el
precio de cinco dírhemes, lejos de chancearse
le contestó:
Te doy los cinco dírhemes con tal
de que me lleves la leña a casa.
Accedió el aldeano, y una vez que hubieron
llegado a la casa y dejada allí la leña,
quieras que no quieras se tuvo que quedar a cenar, y
cuando se levantaron de la mesa tampoco pudo partir,
porque aquel hombre le habló de los muchos ladrones
que acechan a los caminantes en el camino de Sevilla
y de la ferocidad de los berberiscos. Le invitó
a dormir y el aldeano no se hizo mucho de rogar. A media
noche cogió el carmonense la juba y sacó
de uno de sus dobladillos un mensaje en el que AlMotadhid
le hacía algunas preguntas. Las contestó
por escrito e introdujo el papel en el mismo lugar donde
llegó.
Al día siguiente llegaba el vendedor de las varetas
ante el Señor de Sevilla, y como premio a su
buen servicio hizo que cambiaran su juba por un elegante
traje de ciudadano, con el que el campesino se fue gozoso
a lucirse ante amigos y vecinos, sin pasar por su cerebro
la sospecha de que había llevado sobre su cuerpo
noticias que, de haberlas leído los berberiscos,
le hubieran quitado la vida...
Publicado
en: Carmona y su Virgen
de Gracia. Programa Oficial Ilustrado.
Año XVII, Carmona, 1946.
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Marzo de 2011
Carmona a
vuela pluma
La Delegación de Cultura
del Exmo Ayuntamiento de Carmona, Olavide en Carmona
y Servilia Ediciones, presentaron en el Parador Nacional
de Carmona el libro: "Carmona
a vuela pluma. Antología de escritos carmonenses.
José Maria Requena". Antonio Montero
Alcaide, editor de la obra, junto a Juan María
Jaén Ávila, hicieron una semblanza de
los textos recopilados y la biografía del autor.
ampliar>>
Junio de 2010
Pintura y
poesía
Entre el 4 y 20 de junio se expone en la Biblioteca
Pública Municipal de Carmona una muestra
de pintura a cargo de alumnos del Aula de Pintura
de Carmona, que bajo dirección de la profesora
Dña. Manuela Bascón han realizado una
serie de cuadros inspirados en poemas de José
María Requena. ampliar>>
Enero de 2010
Memorias del
periodismo sevillano
Con motivo del primer centenario de la Asociación
de la Prensa de Sevilla, se presentó la
obra "Periodistas
de Sevilla (Retratos de autores de dos siglos)",
editada por Mª José Sánchez-Apellániz,
y que recoje un homenaje a las personalidades más
destacadas del periodismo hispalense en los últimos
dos siglos. ampliar>>
Julio de 2008
Décimo
aniversario
El 13 de julio de 2008 se cumplen diez años
de la muerte de José María Requena.
El escritor sevillano Antonio
Montero Alcaide homenajea su memoria en un artículo
en ABC de Sevilla. ampliar>>
Noviembre de 2002
Publicada
la obra completa
Editada por el Ayuntamiento de Carmona, ya está
disponible el tercer y último tomo de las obras
completas de José María Requena.
Se trata de un total de tres volúmenes que
recogen toda su producción poética,
novelística, ensayística y de narrativa
breve, además de una selección de artículos
de prensa y diversos textos. Para más detalles:
archivo@carmona.org
Teléfono: 954191458
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Antonio Petit Caro
Reivindicación
de José Mª Requena en el cincuenta aniversario
de la muerte de Juan Belmonte
"Ahora que se conmemora con
los honores que le son debidos a su memoria los 50 años
de la
muerte de Juan Belmonte, es momento para reivindicar
la autoría de la primicia periodística
de aquella luctuosa noticia. Y es que fue el escritor,
poeta y periodista sevillano José María
Requena quien primero lanzó al mundo la versión
completa de lo que no fue sino una tragedia en "Gómez
Cardeña"...." ampliar>>
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Manuel Losada Villasante
En recuerdo
de José M. Requena
"Compartí con José
María Requena -hombre de pueblo entrañado
con el campo- momentos inolvidables a lo largo de la
infancia, juventud y edad madura, y me sentí
muy unido a él humana y espiritualmente..."
ampliar>>
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Enrique Montiel
José
M. Requena, una teoría de Andalucía
"Y es que resulta en extremo
difícil desproveer la narrativa de Requena, tan
pulcra y bien hecha, de lo sociológico, de lo
político, de lo histórico..." ampliar>>
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