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Artículos
de Prensa
Una selección de escritos de prensa publicados a lo
largo de su vida
Poesías y otros textos
Poemas y otros textos sueltos, algunos inéditos
Conferencias
Facultad de Filología de Sevilla, Abril de 1997
Pregones
Pregón de la Semana Santa de Carmona 1952 y la Feria
del Libro de Sevilla 1993
El alma
de José María Requena
Breve colección de textos de José María
Requena sobre Carmona
Carmona a vuela pluma
Antología de escritos carmonenses de José María
Requena
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Alma
de gentes |
Vida
y obra de José María Requena
El estudio de investigación más amplio realizado
sobre la vida y obra de Requena, escrito por el Dr. Ángel
Acosta Romero, Profesor Titular de la Facultad de Ciencias
de la Información de la Universidad de Sevilla.
CARMONA
A VUELA PLUMA: ALMA DE GENTES
Alma de gentes es el segundo capítulo
de esta colección de textos de Requena, pinceladas
sueltas de paisanos carmonenses, amigos y personajes. Incluye
los artículos:
"Arpa, pintor de la luz", "Fernando, gañán
arqueológico", "Evocación
de Arpa, con Carmona al fondo", "Antonio
Villa Calvo, un carmonense del Perú", "Para
él, Carmona era algo más que su pueblo"
y" Carta para Gregorio, amigo mío, al que le
hablo del cariño más grande de su vida".
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Evocación
de Arpa, con Carmona al fondo
José María
Requena
Carmona, Septiembre de 1981
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Me agrada recordarle, desde mi memoria de niño,
recién llegado él de las mágicas
lejanías americanas, con su espeso bigote de
corrido mejicano y unos gestos serenos y pausados,
como de alguien que ganó mucha paciencia en
los duros cansancios del distanciamiento. De pocas
palabras, toda la vida asomada a los ojos, don José
Arpa regresaba a Carmona un poco así como ansioso
de aplicar en los suelos del origen una técnica
adquirida allá en las tierras también
calientes de California y Texas, que vienen a ser
como enormes Andalucías que los Estados Unidos
tienen para redondear su fabulosa variedad de cielos
y de climas.
Había marchado el bueno de don José
hacia Méjico, a principios de siglo, en un
barco mercante mejicano, a cuyo capitán, oriundo
de Constantina, conoció en una taberna de Sevilla:
Si es usted un buen pintor, véngase conmigo
para allá, que aquella es tierra nueva y bien
buenecita para la esperanza. Y se fue con el
amigo marino hasta el puerto de Algeciras, dejándose
en Sevilla su mejor lienzo hasta entonces, La
muerte de don Miguel de Mañara, que le
valiera unos años antes la beca oficial que
le permitió conocer Roma y pintar en ella.
Una vez en Méjico, el joven pintor de Carmona
se ve rodeado nada más y nada menos que por
la revolución donde relincha la caballería
de Pancho Villa. Muchos y curiosos serán los
lances que le toca vivir al hijo del zapatero carmonense.
Trata de cerca a Porfirio y a Pancho, pero aquello
está que arde y se marcha a las amplitudes
soleadas de Texas y California. Monta escuela de pintura
y conoce de primera mano las fiebres iniciales del
petróleo, los prodigiosos golpes de fortuna
que brotaban al pie de las torretas que agujereaban
por vez primera las fabulosas panzas del oro negro,
enloquecidas de veloces riquezas aquellas poblaciones
improvisadas por los alucinados empujes de la aventura.
A su regreso, con tamaño acopio de experiencias,
cualquier otro hubiera montado en Sevilla un sin fin
de conferencias viajeras o hubiese atosigado con relatos
la atención de quienes le vieron llegar poco
menos que de puntillas, avaricioso de silencios y
con la habilidosa amabilidad que le garantizaba la
tranquilidad de su independencia sin necesidad de
amurallarse en antipatías... Y la pesca...
Sí, la pesca, su gran afición a las
lentas emociones de la pesca con caña, su determinante
pasión por amasar tiempo sin prisas y contemplaciones
remansadas de luces y matices, allá en las
orillas del Corbones, con un algo de claves apaches
en el sosegado humo de su pipa grandota y un tanto
a juego con la magnitud canosa de su mostacho, a la
espera de que picara la rolliza brillantez del sábalo
o el latigazo de plata de la anguila.
Imposible olvidar aquellas excursiones a las que yo
iba con mi padre. Como en un lienzo tengo fijada la
estampa de don José en algún remanso
próximo al molino harinero de junto al puente
romano, sentado en el sillín plegable que viajó
con él durante toda su vida de paisajista,
trío de palos pulidos y muy certeramente trenzados
con el triángulo recio de cuero amarillo. Y,
cerca de él, preparando cebos o encendiendo
el fuego de la cocina campestre, Antonio El
cedacero, una especie de ayuda de campo con
que el pintor contaba siempre para unas andanzas fluviales
no siempre tranquilas y seguras, pues, más
de una vez, hubieron de organizarse partidas de recuperación
para librar a don José Arpa de los extremados
aislamientos que suponían los diminutos archipiélagos
que el Corbones formaba en sus desmadres, allá
por los recodos de Angorrilla, a punto de quedarse
sin provisiones el robinsón de los pinceles
y la caña, bajo el techado de una tienda más
que calada y vencida por los cerriles aguaceros de
fines de verano.
Grabados se quedarían para siempre en mi sensibilidad
de chiquillo aquellos regresos desde el río
hacia Carmona, rojizo el anochecer por entre las almenas
rotas del Alcázar, cansina la caminata por
los bordes terrizos de la rectísima carretera
del Derramadero, un par de borricos por delante, cargados
de ruidos de guisos al aire libre, todavía
olorosa a dorado arroz y patas de conejo la redonda
negrura de la paellera.
Luego, al cabo de los años, tuve la suerte
de tratarle a fondo, durante conversaciones inapreciables,
en largos ratos de frescor veraniego en el patio de
la rebotica o en el alto balconcillo del segundo piso
de casa, desde donde don José gustaba tanto
de enfilar sus enfoques preferidos sobre la bermeja
belleza de la Puerta de Sevilla. Y no era hombre de
muchas palabras, no, aunque tampoco fuese del todo
contrario a la charla, pero, eso sí, huidizo
de inmediato a la conversación de voces que
se acaloran, siempre obediente a sus lógicas
y receptivas tendencias de artista plástico
con su atenta actitud de escucha, animado el rostro,
un tanto extranjero, por su sonrisa leve de niño
que renuncia a la discusión y al sobresalto.
La última vez que le vi pintar fue en las antevísperas
mismas de su muerte. Desde la florida glorieta de
la Alameda de Carmona pude presenciar el rito minucioso
con que captaba el perfil afilado y dramático
del Picacho, tembloroso y paradójicamente seguro
cada golpe de pincel, tal y como si más que
pinceladas pusiera en el lienzo su mejor estilo de
encariñarse con el panorama. Un par de días
después de aquella tarde, murió don
José Arpa en Sevilla. Todos los colores de
Carmona y de sus campos echan de menos su mirada desde
entonces.
Publicado
en: Carmona y su Virgen
de Gracia, 1981.
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Antonio
Villa Calvo, un carmonense del Perú
José María
Requena
Septiembre de 1985
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Murió el pasado mes de noviembre, en Arequipa,
Perú, donde vivía desde 1957. Allí
tenía la familia, su trabajo y muchos afectos.
Pero en ningún momento logró aliviar
siquiera la profunda nostalgia que le pesaba en su
ausencia de Carmona. Es más: en numerosas ocasiones
intuía yo que Antonio se inventaba habilidosos
pretextos, para cruzar una vez más el Atlántico
y encontrarse de nuevo por las calles de su pueblo.
Como suele acontecer entre los buenos, Antonio Villa
Calvo se volvió cien o mil veces más
español, al experimentar la punzada del alejamiento,
y convirtió en tarea todo cuanto pudo adormilarse
sin más en las melancolías suaves y
cómodas de la memoria. Y salvó cosas
muy hermosas y muy españolas de Arequipa, convencido,
sin duda, de que así se podría vivir
al mismo tiempo en sus dos patrias. Lógico
y justo fue que, en reconocimiento a su feliz iniciativa
para recuperar la españolísima arquitectura
del Convento de Santa Catalina, en Arequipa, le fue
concedida la Orden Medalla del Congreso de la República
del Perú. Y anteriormente, por sus actividades
como vicecónsul de España en aquel país,
fue distinguido por el Rey Don Juan Carlos con la
Orden al Mérito Civil.
A mediados de noviembre le envié mi última
carta. Pero no llegó a tiempo. En ella le hablaba
de recuerdos juveniles, que eran muchos. Habíamos
estudiado juntos en los internados Salesianos de Alcalá
de Guadaira y Utrera. Después, Derecho en Sevilla,
y más tarde, vivimos durante más de
tres años en la misma pensión madrileña.
Bien sobrados teníamos los motivos para la
evocación. Y, cómo no, le hablaba de
Carmona, nuestra Carmona. Y, de paso, también,
una vez más, de la inevitable actualidad de
Dios. De algo, en fin, que Antonio conoce ya muy de
primera mano.
Publicado
en: Carmona y su Virgen
de Gracia, 1985.
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Marzo de 2011
Carmona a
vuela pluma
La Delegación de Cultura
del Exmo Ayuntamiento de Carmona, Olavide en Carmona
y Servilia Ediciones, presentaron en el Parador Nacional
de Carmona el libro: "Carmona
a vuela pluma. Antología de escritos carmonenses.
José Maria Requena". Antonio Montero
Alcaide, editor de la obra, junto a Juan María
Jaén Ávila, hicieron una semblanza de
los textos recopilados y la biografía del autor.
ampliar>>
Junio de 2010
Pintura y
poesía
Entre el 4 y 20 de junio se expone en la Biblioteca
Pública Municipal de Carmona una muestra
de pintura a cargo de alumnos del Aula de Pintura
de Carmona, que bajo dirección de la profesora
Dña. Manuela Bascón han realizado una
serie de cuadros inspirados en poemas de José
María Requena. ampliar>>
Enero de 2010
Memorias del
periodismo sevillano
Con motivo del primer centenario de la Asociación
de la Prensa de Sevilla, se presentó la
obra "Periodistas
de Sevilla (Retratos de autores de dos siglos)",
editada por Mª José Sánchez-Apellániz,
y que recoje un homenaje a las personalidades más
destacadas del periodismo hispalense en los últimos
dos siglos. ampliar>>
Julio de 2008
Décimo
aniversario
El 13 de julio de 2008 se cumplen diez años
de la muerte de José María Requena.
El escritor sevillano Antonio
Montero Alcaide homenajea su memoria en un artículo
en ABC de Sevilla. ampliar>>
Noviembre de 2002
Publicada
la obra completa
Editada por el Ayuntamiento de Carmona, ya está
disponible el tercer y último tomo de las obras
completas de José María Requena.
Se trata de un total de tres volúmenes que
recogen toda su producción poética,
novelística, ensayística y de narrativa
breve, además de una selección de artículos
de prensa y diversos textos. Para más detalles:
archivo@carmona.org
Teléfono: 954191458
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Antonio Petit Caro
Reivindicación
de José Mª Requena en el cincuenta aniversario
de la muerte de Juan Belmonte
"Ahora que se conmemora con
los honores que le son debidos a su memoria los 50 años
de la
muerte de Juan Belmonte, es momento para reivindicar
la autoría de la primicia periodística
de aquella luctuosa noticia. Y es que fue el escritor,
poeta y periodista sevillano José María
Requena quien primero lanzó al mundo la versión
completa de lo que no fue sino una tragedia en "Gómez
Cardeña"...." ampliar>>
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Manuel Losada Villasante
En recuerdo
de José M. Requena
"Compartí con José
María Requena -hombre de pueblo entrañado
con el campo- momentos inolvidables a lo largo de la
infancia, juventud y edad madura, y me sentí
muy unido a él humana y espiritualmente..."
ampliar>>
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Enrique Montiel
José
M. Requena, una teoría de Andalucía
"Y es que resulta en extremo
difícil desproveer la narrativa de Requena, tan
pulcra y bien hecha, de lo sociológico, de lo
político, de lo histórico..." ampliar>>
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