La sangre por las cosas
Madrid, Ágora, 1956.

Gracia pensativa
Madrid, Rialp, 1969.

La vida cuando llueve

Madrid, Dante, 1987.

A campo ajusticiado
Obras Completas (volumen III). Ayuntamiento de Carmona. 2002.

"GRACIA PENSATIVA"

"Gracia Pensativa" es un libro de poemas dedicado íntegramente a Sevilla. Requena ha hilvanado los motivos hispalenses más característicos con acento e intención nunca o raras veces empleados en tales ocasiones. Sevilla viene a ofrecerse bajo una serie de perspectivas distintas, que van desde lo cotidiano y actual a lo histórico, siempre en cálida palabra. Lo que existe de permanente en una ciudad tan universal halla en Requena su justa y entrañable expresión, el homenaje o el reproche.

El título del libro define muy gráficamente el espíritu de Sevilla, semejante aquí a un retablo trazado con desdén de todos los convencionalismos, tenso y amoroso el poeta para decir o cantar la realidad oculta tantas veces por los amigos del brochazo gordo y la mentira.

A continuación una crítica de "Gracia pensativa" realizada por Guillermo Díaz-Plaja, de la Real Academia de la Lengua.




Gracia pensativa


Por Guillermo Díaz-Plaja
de la Real Academia Española


"Y Sevilla". El ejercicio lírico a que se entrega José María Requena, sevillano de Carmona (1925), periodista y poeta, me ha interesado desde el primer momento. Porque se trata de un intento de penetrar el reverso del tópico de una ciudad -Sevilla- a la que el tópico asedia noche y día. ¿Hasta qué punto los propios sevillanos son las primeras víctimas de su propia mitologización? Acabo de regresar de la ciudad, bajo el esplendor crepitante de su feria, cuando todo el mundo comulga en una especie de extasis multitudinario y confirma, a las gentes béticas, en la idea de un universo clauso y redondo, válido por si mismo, y, por supuesto, intocable. "Y Sevilla", ¿Cómo resistir la enloquecedora luminosidad de la ciudad en fiesta? ¿Cómo negarse al piropo gentil, a la subrayadora exclamación ante tanta hermosura?

DETRÁS DEL MITO
José María Requena ama a su ciudad "de otro modo", porque no es lícito encastillarse en la idea de que sólo el requiebro emergido del resplandor de la belleza inplica un sentimiento amoroso. Así se expresa el poeta:


A la tierra de uno, la tierra que se pisa
lo mismo que palomo enamorado a su paloma
se le canta a lo duro,
a picotazo limpio
a besos de morder,
a tajadas de hombre bajo Dios,
a corazón que se reparte
con otros corazones
en la tremenda mesa de Manuel el Cristo.

Yo quiero que mi canto a Sevilla
no sepa a miel, ni tampoco a odio,
sino al sabor ingenuamente amargo
de espárrago triguero
que tiene todo amor cuando se vive
con miedo a que se duerma
sobre un jergón de ausencia
en el olvido.




















Es preciso, pues, esquivar la embriaguez que produce la propia hermosura de la ciudad amada; asediarla y sorprenderla en sus momentos oscuros y silentes:


Es preciso pensarla,
mientras duerme del todo,
oscura y convertida en pesadumbre
de pantera cansada
de sus propios rugidos de belleza.








RADICALIDAD
Adelantemos la idea de que esta es una manera distinta de la que se nos sirve habitualmente tanto más interesante por cuanto la tradición poética sevillana refleja una recreación narcisista que se detiene en su brillante y polícroma superficie, a diferencia de la estimación en profundidad hacia el silencio dramático, que inspira preferentemente a los poetas de Córdoba y de Granada. Para ello, José María Requena va desmontando uno por uno, los elementos del gran biombo escenográfico de su ciudad para encontrar el hondo reverso de tal gentil apariencia. Unas veces como en "El Parque" (pag. 21), "La calle Sierpes" (pag. 23) con escasa fortuna; otras, como en "Triana", con mejor éxito. Triana, desnuda y desmitologizada, sería el espectro final y desolado de una Sevilla esencial y última:


¿No será que Sevilla
se quita su ropaje
de lujo acumulado, allá en Triana
y se queda desnuda, en cales vivas,
fuera del tiempo, verdadera,
alma de tópico grandioso,
gracia sentida y no visible (pag.30)










Del mismo modo "Barrio de la Macarena" (pag. 31-32) o "Patio de banderas" (pag 33-34) pueden aducirse como ejemplo de esta desesperada búsqueda de la postrera esencialidad de las cosas, al modo como, en la pintura cubista, el pintor araña la superficie de las cosas para encontrar el esqueleto que las sostiene. Especialmente significativo, en este aspecto, sería el poema "La catedral" (39-41), en el que, tras la apariencia fastuosa del templo, el poeta busca furiosamente una casa de Dios, más allá de su gran montaje gótico "siempre enorme dragón cristianizado",. que le oculta de algún modo la esencia radical y profunda de su conciencia cristiana.

LO HUMANO
Lo mismo que ante las cosas, el poeta se enfrenta con las personas. Aquí los mitos son humanos: Lola Flores ("travesura de gracia por Sevilla"), el maestro Realito (que puso "delante de los reyes- el olivar sin dueño de tu baile"); Antonio Mairena ("se abre la copla en tu garganta -como un pavo real") o Joaquín Romero Murube ("alcaide en tantas fortalezas de perfume")... Pero en estos poemas que endereza a seres humanos, con el nombre de "Cartas", no hace falta encontrar el reverso de las cosas; aquí el procedimiento es distinto: basta con acercarse a la realidad palpitante del ser para que la mitología deje sus proporciones escenográficas y se convierta en un trémulo y hondo contacto humano.

LA MUERTE
Al final, se alinean -bajo el título "Retablo de Sevilla" - una serie de poemas que participan de una y otra vertiente de las aquí señaladas. Sería interesante estudiar, precisamente, en esta parte final el papel que toma la muerte en este estudio agudo y tembloroso del reverso de la hermosura, confirmando así el perfil patético que tiene todo el arte de Andalucía. Resumiendo:


Pero aquí, por Sevilla,
un muerto es como un júbilo pasmado,
la ignorancia total del entusiasmo,
un callado horizonte
para el paisaje loco
que todavía se cree
provincia principal del Paraíso. (pag. 75)










LA FORMA
Un libro así, vocado a profundidad, no puede mecerse en una fácil sucesión de ritmos populares o de música en rima. En general, el poeta procede por estrofas irregulares, anisosilábicas, en verso blanco. Ello significa la jerarquía que en él alcanza su inspiración en profundidad, que deja en segundo término el percutir de los crótalos, la música superficial que adorna muchas veces por modo esencial a la poesía andaluza.

ABC (Edición Madrid) - 8 de mayo de 1969 - ABC.es



  
 Algunos poemas de "Gracia pensativa"...




1

No se canta la tierra de la entraña
como se canta la hermosura quieta
que sólo es hermosura
y pureza sin pulso de mármol desangrado.
Porque la tierra donde un hombre nace
es su mano y su voz que se prolongan
en vega de sudados sueños,
y también en palabra que da trigo
de alegría bajo el sol
o amargas aceitunas
de noche con relámpagos primeros
y truenos que acosaron la primera huida
de Caín, cuando Abel se hacía barbecho
de abril en primavera dolorosa.

No se canta la tierra de la entraña
con la tranquila voz de quien contempla
crepúsculos bonitos y amaneceres bobos,
sino con voz quemada y escocida
en la garganta del amor,
por la savia feroz de las raíces
con las que el hombre busca
un poquito de Dios
para las ramas altas de su sueño

No se canta la tierra de la entraña
con voz de vino dulce,
sino con voz que moja el aguardiente
de tristeza encarada con la luz,
con esa luz que tanto imita a la verdad
sin conseguir hacerse carne de alegría.

A la tierra de uno, la tierra que se pisa
lo mismo que palomo enamorado a su paloma,
se le canta a lo duro,
a picotazo limpio,
a besos de morder,
a tajada de hombre bajo Dios,
a corazón que se reparte
con otros corazones
en la tremenda mesa de Manuel el Cristo.

Yo quiero que mi canto a mi Sevilla
no sepa a miel, ni tampoco a odio,
sino al sabor ingenuamente amargo
de espárrago triguero
que tiene todo amor cuando se vive
con miedo a que se duerma
sobre un jergón de ausencia
en el olvido.



2

TODAS las tierras, todas las ciudades,
tienen mudas señales
para contar la vida de los hombres
que las ciudades tienen
y muelen su alegria con sufrimiento.

Son gestos de los ríos,
silencios dominantes de las torres,
abrazos de las plazas,
miradas especiales de las calles,
maneras de encontrarse
los barrios y los campos,
filosofía del vino en las tabernas,
tristeza personal de cada parque,
rostros muy propios
que las ciudades tienen
por donde arrancan locas,
igual que escalofríos,
las vías del tren,
o negras carreteras diseñadas
para anunciar el luto de marcharse.

Son llanos o encrespados,
abiertos o enfadosos,
los campos y el caráter
del árbol y la yerba.
Son distintas las voces
de dos temperamentos de azul.
Hay corajes diversos de llover
y soles muy surtidos
que sellan los sudores
y pintan los jardines
y calientan el tiempo
agrandando las horas o achicándolas.

Viven las tierras,
viven las ciudades,
no sólo por las hojas y los frutos.
Laten y vibran en un ladrar de perros
que clasifica noches y esperanzas,
y meditan al son con el que suenan
por calles y caminos los caballos.

Y también por las vidas,
sobre todo, las vidas de los muertos
que son el argumento del paisaje
y que abonan cosechas
con el tibio mantillo
de tanto desengaño.

Hay tierras pensativas en sus bosques
y ciudades que mueren cada día
en los fríos hospitales de la niebla,
lo mismo que otros campos
son anchas vocaciones de distancia,
igual que otras ciudades
se emborrachan de luz con tal frecuencia
que tatúan con quejumbre la alegría
y cuidan como a penas
los tiestos de sus flores.



3

DE madrugada, sobre todo, me pregunto
qué significa
Sevilla,
qué supone
Sevilla
en este raro sueño
que es el mundo.

De sobra sé que nunca
tendré contestaciones cuando el sol,
cuando risas y cales,
cuando flores o coplas.

Es preciso pensarla
mientras duerme del todo,
oscura y convertida en pesadumbre
de pantera cansada
de sus propios rugidos de belleza.

No es bueno retratarla,
porque se vuelve tonta
de luces y perfumes
y parece que llora seducida
en rameras postales de colores.

Ni tampoco es posible
saber a qué ha venido
Sevilla a este ruido
redondo que es el mundo
si la vemos tan sólo dibujada
como un telón de gracia
para gente cansada
de lejanos negocios.

Yo la busco de noche,
en el recuerdo
del día que ya no es.
Y la siento espesura
de gritos no gritados
que atesoran sus plazas.
Y la abrazo en rincones
donde sé que prepara
sus mejores estilos de fugarse.

Y presiento que es niña
asustada de verse
demasiado mujer cada mañana.
Quizá porque Sevilla
tiene el encanto de aldea
perdida al acostarse
con marinos de todas las razas
que llegaron por siglos hasta ella
con rumbos de lujuria orientales
remontando lejanas primaveras
del río Guadalquivir.

Hay un algo de siempre, todavía,
de elegante tristeza,
de sangre
con oxígeno aún del paraíso,
con ojos
de acabar de mirar
nada menos que a Dios
al filo del barranco
de la primera pena.

Se ha pasado la historia
jugando a parecerse al Paraíso.

Fijaos cómo levanta hacia las nubes
los ángeles mortales del jazmín.

Fijaos cómo le estalla
el sol en plena frente de su cal
a esta tierra luzbel
que le grita al azul
su soberbio desprecio para el tiempo.

Fijaos cómo Sevilla
muerde la curva jugosa de la vida
igual que Adán y Eva la manzana,
toda el alma en los dientes,
ciega renuncia de la dicha,
sed que se bebe
los jugos de la gloria,
tierra inventando
profundos parecidos con el cielo.


Guadalquivir


¿De dónde vendrá este río
tan así como un consejo
jamás obedecido?

¿Quién lo rezó con manantiales
de silencio en un monte
por el que Dios andaba
pensando humanizarse

Tiene cara de Cristo
el río Guadalquivir.
Fijaos cómo se adentra por Sevilla
con su cara de látigo paciente,
ablandada en anchura
la palabra solemne de su agua.

No le pesan los barcos
ni se aprende sus nombres,
porque es río que sucede
casi como mirada de lo eterno
al pasar por la gracia
diaria y pensativa.

Fijaos cómo se va con su importancia
de sermón de poquísimas palabras,
igual que una parábola de agua,
como un refrán de Dios
sólo sabido por los juncos
y también por los ojos de los niños,
claro está.




Triana

A Manolo García Viñó, poeta que allí vio su luz primera

Acaso ni exista de verdad. ¡Quién sabe
si no se habrá inventado
ella misma a sí misma!

No es nada Triana siendo todo
lo que no se razona
lo que se queda a solas con su gracia,
lo que resta de un verso y no es el verso,
lo que presiente el hombre
y sólo sabe Dios.

¿No será que será
una santa conciencia
que Sevilla despliega a la otra orilla
para nunca dejar de ser un pueblo
caldeado de pena y de entusiasmo?

¿O quizá cada cual
la crea con su mirada
a imagen clara y semejanza limpia
del milagro sencillo
para vivir de forma que la muerte
se quede en potro negro desbravado?

Muchas veces la miro
como a una gran paciencia junto al río
a la espera de alguna
verdad a toda vela.

Huele a pobre Triana,
a pobre cuya casa
está en el Evangelio
cuando llega cansado
Jesús y milagrea
en cosas de comer
con todopoderoso disimulo,
en tanto que acaricia a los chiquillos
como a enormes milagros que no vemos.

Plazas, calles, gentes... ¿Y qué más
para decirla entera,
para que no se escape del poema,
para enjaular su arcángel con mi canto?

Todos la nombran
con voz de conocerla
hasta el cimiento mismo de su gracia.
Dicen Triana y ya no dicen más,
igual que si no fuera
otra cosa que nombre
de grandeza dormida junto al río
o recuerdo de alguien
que perdió la memoria
en el justo momento
de empezar a cantarla.

Pasa con ella
igual que cuando exigen
definiciones claras de lo blanco:
no hay palabras que expresen
las luces que conviven
y hasta luchan por dentro
de tanto sin color,
de tanta sangre
que ya no está y que duele
en el arte desierto
del silencio blanquísimo.

¿No será que Sevilla
se quita su ropaje
de lujo acumulado, allá en Triana
y se queda desnuda, encales vivas,
fuera del tiempo, verdadera,
alma de tópico grandioso,
gracia sentida y no visible?



La guitarra


A la guitarra seria y lenta
como palabra quejumbrosa
quiero referirme.
A la que tiene escamas
de sardinas arenques
en la cansada nuca
de sus cuerdas,
y parece una anciana
que agonizara en cánticos
o animal imitando
la melodía postrera
de un arcángel caído.

Nombro tan sólo la guitarra
que algunos guitarristas tienen
para ponerse a recordar sus muertos
o en busca de ellos mismos,
nada menos.

No la guitarra
con cara de querida del oído
de un turista cualquiera,
sino esa guitarra que parece
puñado de tristura de la sombra
y silencio que suena, sin embargo.

A la guitarra ronca y mansa
quiero referirme.
A la que tiene siempre
la sangre en la garganta
y le traduce al hombre
los gritos esos que se quedan dentro
y parecen planetas
del sistema solar de la memoria.



Hermanas de la Cruz


Hábitos color de tierra
recién llovida y desolada

Velos negros, de luto casi alegre
por los pobres tan pobres
que con morir diciendo Padre mío
se salvan y nos salvan.

Llevan suelas de esparto de alegría,
diseñadas por Dios,
sus alpargatas.

Tienen un patio
donde flores riegan
rezándole a la Virgen de muchacha.

Una guarda silencio por la calle,
mientras la otra responde
en nombre de la Gracia.

Cara y cruz de la vida,
parecen dos arroyos
junto a la vida que se acaba.

Por mi parte,
aquí lo testamento:
cuando llegue la hora,
que vengan dos hermanas
conmigo hasta la línea
de la eterna aduana.



Marzo de 2011

Carmona a vuela pluma
La Delegación de Cultura del Exmo Ayuntamiento de Carmona, Olavide en Carmona y Servilia Ediciones, presentaron en el Parador Nacional de Carmona el libro: "Carmona a vuela pluma. Antología de escritos carmonenses. José Maria Requena". Antonio Montero Alcaide, editor de la obra, junto a Juan María Jaén Ávila, hicieron una semblanza de los textos recopilados y la biografía del autor. ampliar>>

Junio de 2010

Pintura y poesía
Entre el 4 y 20 de junio se expone en la Biblioteca Pública Municipal de Carmona una muestra de pintura a cargo de alumnos del Aula de Pintura de Carmona, que bajo dirección de la profesora Dña. Manuela Bascón han realizado una serie de cuadros inspirados en poemas de José María Requena. ampliar>>

Enero de 2010

Memorias del periodismo sevillano
Con motivo del primer centenario de la Asociación de la Prensa de Sevilla, se presentó la obra "Periodistas de Sevilla (Retratos de autores de dos siglos)", editada por Mª José Sánchez-Apellániz, y que recoje un homenaje a las personalidades más destacadas del periodismo hispalense en los últimos dos siglos. ampliar>>

Julio de 2008

Décimo aniversario
El 13 de julio de 2008 se cumplen diez años de la muerte de José María Requena. El escritor sevillano Antonio Montero Alcaide homenajea su memoria en un artículo en ABC de Sevilla. ampliar>>

Noviembre de 2002

Publicada la obra completa
Editada por el Ayuntamiento de Carmona, ya está disponible el tercer y último tomo de las obras completas de José María Requena. Se trata de un total de tres volúmenes que recogen toda su producción poética, novelística, ensayística y de narrativa breve, además de una selección de artículos de prensa y diversos textos. Para más detalles: archivo@carmona.org
Teléfono: 954191458


Antonio Petit Caro
Reivindicación de José Mª Requena en el cincuenta aniversario de la muerte de Juan Belmonte
"Ahora que se conmemora con los honores que le son debidos a su memoria los 50 años de la muerte de Juan Belmonte, es momento para reivindicar la autoría de la primicia periodística de aquella luctuosa noticia. Y es que fue el escritor, poeta y periodista sevillano José María Requena quien primero lanzó al mundo la versión completa de lo que no fue sino una tragedia en "Gómez Cardeña"...." ampliar>>

Manuel Losada Villasante
En recuerdo de José M. Requena
"Compartí con José María Requena -hombre de pueblo entrañado con el campo- momentos inolvidables a lo largo de la infancia, juventud y edad madura, y me sentí muy unido a él humana y espiritualmente..." ampliar>>

Enrique Montiel
José M. Requena, una teoría de Andalucía
"Y es que resulta en extremo difícil desproveer la narrativa de Requena, tan pulcra y bien hecha, de lo sociológico, de lo político, de lo histórico..." ampliar>>

 



 

 

 

 

 

 
 
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