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El racimo de uvas de tu baile
se te puso maduro
bajo este sol tan hecho
a doctorar en gracia la tristeza.
Tú pudiste haber sido
jugo de viña que se salva
en la gloria del vino de Jerez.
No importa dónde vives
ni en qué discos lejanos
se te quede la voz como emigrada.
Yo sé que más allá de las divisas
te remuerden candelas
de las que enciende el hombre
a solas con el campo.
Yo te sueño llegando convertida
en alma de botella de Jerez
al Polo Norte
de cualquier aburrido de vivir,
emborrachando el hilo del suicida
con la solera espesa
que te vibra en los brazos.
A tu lado, la Fama
te parece una diosa
incapaz de parir
un gesto de gitano tan siquiera.
Yo te traigo a Sevilla,
manicomio de gracia,
por loca de querer
calentar a los ángeles
al son de tu maciza primavera.
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