Ana Peluaga

 


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Espesa de negrura,
martirizada estaba la pizarra
por puntiagudos signos
de aritmética.

Se presentían aromas
de yerba nueva y trigos que despuntan
al otro lado, libres,
de la ventana seria de la clase.

Y respirando tiza de ecuaciones
supe que nunca lloverá
en la inhumana noche
de las pizarras de colegio,
porque todos los números
son plantas muertas de sequía,
rostros de cuenta funeraria,
esqueléticos modos
de colocarse en contra
del esplendor alegre de la lluvia.

 
José María Requena (La vida cuando llueve)